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“Invito a renovar la fe, la esperanza y la caridad, en este tiempo litúrgico de penitencia y conversión, cuando los fieles se preparan para vivir los misterios de la pasión, muerte y resurrección de Cristo” señaló Monseñor Walter Heras Segarra, ofm., al empezar su homilía esta mañana en la Catedral ante decenas de personas que se preparaban para recibir la ceniza, al finalizar la Eucaristía de las 8h30.
El Obispo, en su mensaje se refirió al significado de la ceniza en la frente, “es una costumbre que nos recuerda que algún día vamos a morir y que nuestro cuerpo se va a convertir en polvo. Nos enseña que todo lo material que tengamos aquí se acaba. En cambio, todo el bien que tengamos en nuestra alma nos lo vamos a llevar a la eternidad. Al final de nuestra vida, sólo nos llevaremos aquello que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos. En el momento de recibir la ceniza, el hombre debe tener una actitud positiva de querer mejorar y de acercarse más a Dios”.
Asimismo, recordó que para unirse en esta experiencia de reflexión con Jesús, los católicos tienen la oportunidad de realizar prácticas de ayuno, conversión y oración.
Con el Miércoles de Ceniza, la Iglesia Católica inicia el tiempo litúrgico de la Cuaresma en el que, durante 40 días y a través de la vivencia del ayuno, la oración y la limosna, los fieles se preparan para la Semana Santa en la que se viven los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor Jesús.
La Cuaresma está marcada por el color morado y comprende desde el Miércoles de Ceniza hasta el Jueves Santo, día en que se conmemora la misa de la cena del Señor.
En este tiempo los fieles están llamados a trabajar de manera especial en la conversión personal, exhortación que durante la imposición de las cenizas expresa el celebrante con las palabras: “Conviértete y cree en el Evangelio”.
Asimismo, con la expresión “Acuérdate que eres polvo y al polvo volverás” se recuerda la caducidad y fragilidad de la vida humana en la que la muerte es un destino inevitable.